27.8.10

El Acompañante / Prologo


Todo era tranquilidad y paz, las cortinas apenas se movían por el leve rose del viento frio de la noche; solo se escuchaba un pequeño y constante ruido seco producto del andar del mi reloj el cual se encontraba al lado de la lámpara que usaba para iluminar las paginas de los libros que leía justo antes de dormir. Todos dormían en aquel momento y se suponía que yo también debía hacerlo, pero había algo que me mantenía sin poder cerrar los ojos, como un presentimiento inexplicable que me tenía inquieta y alarmada. Mi espíritu sabia algo que mi corazón sentía y mi mente luchaba por comprender, pero sin importar cuanto lo intentara era cada vez mas difícil descifrarlo.

Seguramente solo es sugestión pensé, tendría los nervios alterados, a cualquiera le pasa. Nuevamente intenté cerrar los ojos y no prestar atención a esa vocecita que me decía que algo iba a suceder. Me acurruqué con las sabanas y acomode mi cabeza en la suave almohada con una textura parecida a la de una nube o quizá mas suave; era extraño que nunca antes me hubiese dado cuenta de aquella suavidad tan divina y reconfortante.

Una ráfaga de viento helado repentina me arrancó las sábanas congelándome las venas y haciéndome temblar de golpe, la almohada cayó al piso y yo lo único que pude hacer fue encender la lámpara lo antes que pude. Tan pronto se ilumino la habitación el viento cesó y la tranquilidad volvió como si no hubiese pasado nada, el único rastro que había dejado eran las plumas de la almohada por toda la habitación.

 ¿Plumas? pero esa almohada no era de plumas, seguramente alguien la había cambiado y eso explicaría la repentina suavidad pero ¿quien?. Era extraño pero ya tendría tiempo para averiguarlo a la mañana, en ese momento prefería dormir así que apagué la luz y me acomode nuevamente; pero el presentimiento seguía y ahora más fuerte siendo imposible de ignorar. 

Sentí un movimiento de las cortinas y no dudé en encender la luz velozmente. Entonces ahí estaba, un hombre alto de cabello ondulado y una mirada profunda pero sensible que jamás había visto antes. Tenía unos jeans grises y algo rotos en las rodillas, zapatos de goma blancos y una camiseta negra abajo de una camisa verde completamente desabotonada. Era imposible que hubiese entrado por la ventana ya que tenía rejas y la puerta jamás se abrió. Yo estaba petrificada, no por miedo sino por confusión ¿Que hacía él allí y por que me veía de ese modo?

Fue en ese momento cuando desplegó un par de gigantescas alas blancas con las cuales me envolvió, bajándome de la cama y llevándome a donde estaba él; fue cuando noté que sus plumas eran exactamente iguales a las de mi almohada.

Terminó formando un círculo con sus alas dentro del cual estábamos nosotros  y no podía verse al exterior. Él era notablemente mucho más alto y corpulento que yo, pudo haberme hecho cualquier cosa sin que yo pudiera evitarlo pero no tenia miedo, tal vez era su mirada o lo brillante de sus alas que parecían tener resplandor propio lo que me hacia sentir paz. Él levanto su mano, acaricio mi cara y con una sonrisa en sus labios musito “Jamás estarás sola” Luego de eso no recuerdo nada hasta la mañana siguiente.
 

1 comentario:

  1. KATHY! SOY TU FAN NUMERO 1!! AMO COMO ESCRIBES!! Es asi dem :O! LO AMO AMO AMOA AMO!! Y A TI TAMBIEN TE AMO!!!! :D

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