2.12.10

Pequeño Niño Alado

Pequeño niño alado…
¿Recuerdas cuando estabas en la flor de tu niñez? Tu soñaste que volabas y te crecieron alas, soñabas con alegría que volando podrías llegar a donde fuera; y que tu pequeña pelota de goma color rojo carmesí rebotaba tan alto que una vez llegó a la luna, jugó con los lunáticos y cuando se aburrió volvió a saltar hasta la tierra, cayendo justo en tus tiernas manitas.

Espero que tampoco hayas olvidado como la vida te hacía sonreír. A pesar de que sabías que era dura, que existía la injusticia para aquel que creía en ella, que te golpea fuerte para que no quieras seguir adelante; tu mirabas a la vida con un expectante y esperanzado brillo en los ojos, siempre aferrado a tus alas y diciéndote a ti mismo  que sin importar cuan fuerte fuese el viento en tu contra tu seguirías adelante con una sonrisa.

No querías dejar de ser niño. A veces, cuando pensabas en crecer, sentías miedo, no a las responsabilidades ni a madurar, sino a cambiar tu manera de ver el mundo. Te prometiste a ti mismo que sin importar lo que pasara no te permitirías cambiar y llegarías volando hasta ver lo que hay mas allá del horizonte, como siempre lo habías soñado.

Pasaron unos años. Comenzaste a dudar que tu pelota de goma color rojo grisáceo, ahora desinflada, remendada y sin capacidad de rebotar, hubiese jugado con los lunáticos para luego solo volver. De vez en cuando perdías la sonrisa y la cambiabas por una mirada triste porque pensabas que quizá, solo quizá, el horizonte estaba demasiado lejos pero aun así estabas loco por crecer y entonces poder intentarlo. Poco a poco tus plumas comenzaron a caer.

Un día despertaste y pensaste en el futuro, te dijiste a ti mismo que no valía la pena volar tan lejos – además de estar seguro de que no ibas a poder –  solo para saber que habría después. Te levantaste y con tus opacos ojos viste en el espejo como tu rostro estaba tieso y tus antes tan hermosos hoyuelos habían desaparecido. Luego te diste vuelta y notaste tu cama llena de plumas, pensaste “Ha de ser la almohada que está perdiendo el relleno”, mientras en el espejo tu espada se reflejaba y la ausencia de tus alas se hacía notar. Habías muerto pequeño niño alado;  y ahora no eras más que el fantasma de tu risa y un vago recuerdo de tus sueños.

Ya ni siquiera te  recordabas, no eras la misma persona y tu peor temor se había vuelto realidad ante tus ojos sin que pudieras evitarlo. Intentaste entrar en razón pero no pudiste, no habrías los ojos, seguías como un zombi caminando entre la multitud, sin sueños, sin alegrías, sin saber porque seguías caminando; y cuando veías a otros pequeños niños alados solo les decías “La vida es dura, vete acostumbrando” y así ibas quitando, casi por envidia, algunas plumas de sus alas.

Tú, fantasma de niño alado, jamás paraste de luchar por revivir, pero perdías cada vez más tu fuerza aunque tu espíritu se mantuviera inmutable. No te escuchaste hasta que fue muy tarde. Miraste hacia atrás y te diste cuenta de que habías muerto – porque hasta entonces no habías caído en la cruda verdad – que las plumas que encontraste eran tus alas las cuales habías olvidado que alguna vez tuviste. Corriste a jugar con tu pelota pero no era más que un irreconocible cuero, dijiste “Lo lamento pequeño niño alado, por haberte asesinado  sin compasión” y te diste cuenta de que a pesar de lo ilógico que parecía, llegar al horizonte era lo único que te habría hecho feliz.

Yo soy apenas una pequeña niña alada que cada vez  pierde más plumas pero siempre las vuelve coser. Lo sé, sé que no es fácil seguir luchando contra el viento, seguir creyendo en lo imposible y lo ilógico, seguir soñando ciegamente sin temer las consecuencias; pero mientras pueda seguiré sonriendo y mientras siga creyendo podre sonreír.

Dedicado a todos aquellos niños alados y fantasmas de niños alados que alguna vez soñaron con el horizonte

17.10.10

Inminente

 Esta "historia" esta basada en 4 sueños de 4 personas diferentes (incluyéndome). Cuando dijimos nuestros sueños no sabíamos para que era y casualmente tres de nosotros contamos una pesadilla, al unirlos nació esto

http://estaticos02.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2005/02/13/1108277489_0.jpgGrité, mi corazón latía más rápido que nunca y no podía borrar de mi mente la imagen del rostro de mi madre, sufría, agonizaba. Yo sudaba por el calor del fuego y no me acostumbraba la idea de que era solo un sueño. Es que era tan real, el edificio en llamas y yo viéndolo, sabiendo que ella estaba allí, sabiendo que no podía salvarla, habiendo tenido el mismo sueño que no me dejaba dormir todas las noches. Entonces me di cuenta de que seguía estando en el piso de arriba de ese autobús turístico al cual mi hermana - la guia - me había invitado.

Ella señalaba cada monumento y cada pueblo al mismo tiempo que el viento jugaba con los risos de mi hermanita, o como me gustaba llamarla desde que eramos niños "ratita". Yo no lograba entenderla mucho pero aun así seguía intentando y veía a donde ella señalaba, por ejemplo, esas casas que apenas se divisaban desde allí y con las cuales me distrage por completo.

En ese instante se escuchó el escalofriante y seco sonido de un disparo que me hizo volver en mi. Tenia la piel de gallina ¿Que pasaba? no lo entendía. El agonizante cuerpo de mi primo se retorcía a mi lado.
"Fallé" Dijo una voz "Era al de la gorra, idiota" dijo otra.

¿Al de la gorra? el único con gorra allí era... ¡Era yo! Se me congeló la sangre y mi corazón se paralizó por completo, sentía como la calle se parecía hacer más y más larga como resultado de mi miedo. Otro disparo, venían de los lados del autobús, eran dos motorizados que nos tenían acorralados, desesperado salté impulsivamente por la parte de atrás esperando que mis perseguidores no lo notaran y poder escapar pero no preví lo inminente. 

Justo cuando salté sentí que volaba, la calle desapareció y comencé a caer en ese infinito, frió y oscuro agujero.

Nunca tuvo un nombre... Algo que encontré en mis recuerdos

Esto lo escribí a los 14 años y apenas recordaba que existía. Cuando lo encontré hace pocos días me pareció muy interesante ver como mi redacción e incluso inspiración habían
cambiado tanto, es como mirarme a mi misma en un espejo pero en el pasado ¿me explico?. En realidad casi no recordaba lo que me había llevado a escribirlo pero si se que no estaba deprimida en ese momento a diferencia de lo que muchos pueden pensar, solo expresé mi realidad y mi forma de pensar en aquel momento por medio de metáforas y podría decir que esta fue la primera vez que realmente plasmé en una hoja lo que no me atrevo a expresar en voz alta.

    No se escuchaba  más que la tenebrosa brisa que pasaba entre las ramas de los arboles moviéndolas y haciéndolas chocar unas con otras, susurrando aquel escalofriante e insoportable ruido que produce terror a cualquier ser viviente capaz de sentir o pensar. El movimiento conjunto de las sombras de los arboles unido a los sonidos que dicho movimiento producía hacían parecer que había una parecencia infernal, la cual, a ciencia cierta, no se podía saber si existía o no,

    Facilmente podía sentirse el aire de desaparición cuando sobre su cabeza comenzaron a caer una tras otra pequeñas gotas de un intenso color rojo carmesí, las cuales resvalaban por las hojas desde las mas altas hasta caer en el suelo, o en este caso, en sus negros cabellos.

    Al ver la sangre supo inmediatamente que iba a morir y notó que nada valía la pena en ese instante, su muerte no se haría notar si ocurría ahí y de esa forma ¿Valía la pena luchar por vivir?

    Continuó soplando el viento, cayendo la sangre, desgorrándose las esperanzas que alguna vez existieron, hasta que de repente fue demasiado tarde.


Creo que no era muy optimista en ese momento... 
...o  estaba pasando por algo difícil.

De Donde Viene La Nieve

Inspirado en la canción de Laura Pausini "Alzando Nuestros Brazos"


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioLnbDg9dggT6imMzKBQTFgB62s6x8k3KRdbvJQzyBm_56BYw-gYwzO9Ntna2BsFcn52fn6qeEkkoxK8lLP-hbXG_PHL8_UeCq9ord_RW_SyUFmGmKUZdF3T26QHwbx-FNCkGXEFR_RDzK/s320/lluvia+tras+el+vidrio.jpgLas gotas de lluvia caían y resvalaban por el empañado vidrio de mi auto, chocando unas contra las otras de manera desordenada y haciendo parecer que era una pelea lo que ocurría entre ellas. El limpia parabrisas apenas lograba quitar el agua de mi vista por dos segundos así que no ayudaba demasiado a mi visión del camino y mientras los cristales líquidos seguían cayendo aquella fría y húmeda mañana, yo sentía una estaca clavada en mi garganta que no me permitía hablar ni me dejaba tragar el llanto que por algún motivo había despertado conmigo ese día.
Siendo sincera no era aquella la primera vez que despertaba con este sentimiento, yo era una mujer sola, viuda y sin hijos a los treinta años de edad y el sentir ese agujero negro en el pecho es algo que ninguna mujer debería vivir.

Entonces comencé a ver a través de la lluvia una imagen borrosa, como una pequeña nube de varios colores que caminaba a mi lado. Bajé el vidrio y vi, junto a mi, a un niño de no más de 6 años. Su camisa empapada y rota junto con su jean en las mismas condiciones eran lo único que lo cubrían de la lluvia, su mandíbula temblaba por el frió, su nariz esta roja y su mirada baja; aquel niño inspiraba en cualquiera el mas profundo sentimiento de lástima.

Le pregunté a donde iba, él no dijo nada.

- ¿Donde están tus padres? - dije. El se mantuvo callado un momento y luego, con una entrecortada y muy aguda voz contestó "No tengo"

Mi corazón se entumeció, aquella frase me hizo olvidar todo lo que a mi me pasaba. Le dije al pequeño que subiera y lo lleve a casa, "al menos hasta que deje de llover" pensé.

- Mi nombre es Alejandro - Comenzó a comentarme el niño que estaba sentado a mi lado - Me llaman Ale y... estoy buscando el lugar de donde viene la nieve.

De sus brillantes ojos con pestañas larga brotaron un par de lágrimas. Él era tan débil e indefenso, sentía la necesidad de protegerlo, como una desesperación; y sus lágrimas hicieron que la estaca en mi garganta se clavara aun más. Me aferré al volante e intenté disimularlo.

- Mi abuela me decía que alzara los brazos cuando nevaba porque los copos de nieve eran las caricias de mi mamá que me ve desde el cielo.

Yo estaba a punto de llorar con él. Mi corazón latía tan rápido como el aletear de un colibrí e intentando no pensar en la estaca musité "lo siento pero estamos en junio , es imposible que nieve"

- Pero esta lloviendo - contestó - mamá llora porque no puedo encontrar la nieve.

Llegamos a casa, tomo una ducha y le di un conjunto que pensaba regalarle a mi sobrino. Ale se quedo dormido en la sala y a la mañana siguiente lo único que había sobre el sofá eran unos cuantos copos de nieve. Espero verlo de nuevo algún día para preguntarle si logro encontrar de donde viene la nieve.

27.8.10

El Acompañante / Prologo


Todo era tranquilidad y paz, las cortinas apenas se movían por el leve rose del viento frio de la noche; solo se escuchaba un pequeño y constante ruido seco producto del andar del mi reloj el cual se encontraba al lado de la lámpara que usaba para iluminar las paginas de los libros que leía justo antes de dormir. Todos dormían en aquel momento y se suponía que yo también debía hacerlo, pero había algo que me mantenía sin poder cerrar los ojos, como un presentimiento inexplicable que me tenía inquieta y alarmada. Mi espíritu sabia algo que mi corazón sentía y mi mente luchaba por comprender, pero sin importar cuanto lo intentara era cada vez mas difícil descifrarlo.

Seguramente solo es sugestión pensé, tendría los nervios alterados, a cualquiera le pasa. Nuevamente intenté cerrar los ojos y no prestar atención a esa vocecita que me decía que algo iba a suceder. Me acurruqué con las sabanas y acomode mi cabeza en la suave almohada con una textura parecida a la de una nube o quizá mas suave; era extraño que nunca antes me hubiese dado cuenta de aquella suavidad tan divina y reconfortante.

Una ráfaga de viento helado repentina me arrancó las sábanas congelándome las venas y haciéndome temblar de golpe, la almohada cayó al piso y yo lo único que pude hacer fue encender la lámpara lo antes que pude. Tan pronto se ilumino la habitación el viento cesó y la tranquilidad volvió como si no hubiese pasado nada, el único rastro que había dejado eran las plumas de la almohada por toda la habitación.

 ¿Plumas? pero esa almohada no era de plumas, seguramente alguien la había cambiado y eso explicaría la repentina suavidad pero ¿quien?. Era extraño pero ya tendría tiempo para averiguarlo a la mañana, en ese momento prefería dormir así que apagué la luz y me acomode nuevamente; pero el presentimiento seguía y ahora más fuerte siendo imposible de ignorar. 

Sentí un movimiento de las cortinas y no dudé en encender la luz velozmente. Entonces ahí estaba, un hombre alto de cabello ondulado y una mirada profunda pero sensible que jamás había visto antes. Tenía unos jeans grises y algo rotos en las rodillas, zapatos de goma blancos y una camiseta negra abajo de una camisa verde completamente desabotonada. Era imposible que hubiese entrado por la ventana ya que tenía rejas y la puerta jamás se abrió. Yo estaba petrificada, no por miedo sino por confusión ¿Que hacía él allí y por que me veía de ese modo?

Fue en ese momento cuando desplegó un par de gigantescas alas blancas con las cuales me envolvió, bajándome de la cama y llevándome a donde estaba él; fue cuando noté que sus plumas eran exactamente iguales a las de mi almohada.

Terminó formando un círculo con sus alas dentro del cual estábamos nosotros  y no podía verse al exterior. Él era notablemente mucho más alto y corpulento que yo, pudo haberme hecho cualquier cosa sin que yo pudiera evitarlo pero no tenia miedo, tal vez era su mirada o lo brillante de sus alas que parecían tener resplandor propio lo que me hacia sentir paz. Él levanto su mano, acaricio mi cara y con una sonrisa en sus labios musito “Jamás estarás sola” Luego de eso no recuerdo nada hasta la mañana siguiente.
 

26.8.10

No les basta con mis lágrimas

Estoy sola, sola y en la interminable oscuridad del frio que se apodera de mi cuerpo; y mi esperanza agoniza mientras pelea  contra su dolorosa muerte. Caigo en un infinito agujero y mientras más bajo más difícil es salir de él, soy empapada con mis propias lágrimas, rasgada por mis propias uñas, golpeada con mis propios nudillos ya cansados de luchar contra la tristeza y una sutil voz casi extinta me dice que no volveré a ver la luz sin antes tocar el fondo del este hoyo – que, como ya había dicho, es infinito –.

Siento los fantasmas a mí alrededor, ellos me miran, me compadecen, se burlan y algunos se alimentan del poco aliento que tengo en mi pecho impidiéndome respirar. Creo que no saben que los veo, o tal vez si sepan pero no les importa, muy pocos buscan de esconderse tras delgadas y casi transparentes telas de seda pero estos son los que mas daño me hacen, los que mas deseo que se vayan, o al menos no poder ver a través de esas finos e inútiles mantos.

No dejo de sentir que caigo pero ya no estoy segura de si lo hago, no hay nada que me diga si sigo bajando además del sentimiento creciente de tristeza. Todo se ve igual, tanto arriba como abajo, creo que es una ilusión y solo estoy varada en el vacio y esa pequeña luz de la superficie no es más que producto de mi mente que intenta convencerme de que aun puedo salir, lo cual me cuesta creer.

Ahí esta de nuevo, esa risa fingida que tanta odio, no importa que intente mostrar felicidad pues evidencia la tortura que es para mi misma solo pensar colocarme esa mascara y reír cuando aquí dentro estoy llorando. Estúpidos son todos los que no notan que finjo pero no tanto como los que saben que sufro por ellos y con sus más afiladas dagas me apuñalan solo porque con mis lágrimas no les vasta, ellos quieren ver mi sangre.

A pesar de la oscuridad se que mi rostro esta pálido, mis manos tiemblan por el frio intenso que va desde mis uñas, pasando por mis brazos, entumeciendo mis piernas y congelado mis pulmones; se también que mis ojos están rojos y mis heridas frescas, mi corazón algo roto y mi garganta sin voz. No soporto mas el frio, no quiero mas fantasmas a mi alrededor y necesito un pequeño rayo de luz que de diga que el sol aun existe, que solo esta apagado para mi.

En Silencio


Sin una sola frase que saliera de su boca
encontraronse frente a frente
y un sigiloso silbido del soplar del viento,
helado, despertó en su alma
sentimientos de pasión y deseo; cariño, miedo.

Él, prendado a sus ojos, extendió su mano
para juguetear con sus hermosos risos,
mientras muy dentro y en secreto
soportaba de amarla el deseo
Y tras un profundo suspiro
el corazón de ella, que observaba,
con sobresaltos se aceleraba
más y más en cada instante.

“Silencio”…
… Dijo él al ver sus intenciones,
las intenciones de expresar un sentimiento
sin saber siquiera como hacerlo.

Mostró que en su mano izquierda
sostenía una sorpresa,
una bellísima azucena
que olorosa perfumaba
cuan perfume de primavera.

Aun en silencio tomó su mano y en la otra puso la flor
pues no hicieron falta palabras
que en medio de tanta pureza
no serían más que un error.

Sin aviso ni advertencia comenzó a oírse un sollozo
que suavemente rompía con tan profundo silencio
y una lágrima brotaba
y empapaba su mejilla,
aunque ella resistía no era más fuerte que el llanto.

Se lanzó sin dudar a sus brazos
que la acogieron sin pensarlo,
mientras sus ojos llorosos
brillaban con brillo de estrellas.

Sin hablar y en silencio se miraron mutuamente
y bastó solo el impulso
para justificar sus acciones.

Acercaron sus labios y los unieron en un beso,

hizo falta solo eso, su amor y el silencio.