Creo que te quiero, porque cuando te pienso en ti, siento una
extraña paz, cierta inexplicable armonía interna. Lo creo, porque cuando te veo
me emociono, me conmuevo, me siento simplemente dichosa y agradecida por el
simple hecho de tenerte en mi vida; porque cuando estoy contigo pienso “éste es
un gran día” gracias a que tú estás en él, sin importar lo que pase, sí estás
conmigo siempre será un gran día.
Creo que te quiero, porque como un espejo tu sonrisa siempre
se refleja en mi rostro. Ver las sinceras comisuras de tus labios y la tierna forma
en la que tus ojos se entrecierran; esa dulce y amplia sonrisa, tus dientes,
tus labios, tus mejillas. Me es imposible resistirme a corresponder a esa
sonrisa. Es por eso que a veces parece que me pierdo en ella, me quedo viéndote
fijamente como si tu rostro atrajera como imán a mis ojos de metal y hasta que
ese gesto no desaparece no soy capaz de voltear.
Creo que te quiero, y sospecho que un poco más que solo eso,
cuando me sorprendo a mí misma buscando excusas para tomar tu mano sin que descubras
que te quiero, y experimento un leve éxtasis al sentir el calor de tus dedos,
que por unos segundos me abrigan y protegen. Con nuestros dedos entrelazados viajo
a un lugar distinto, hermoso, pacifico. Me niego a soltarte, pero lo hago, tras unos pocos
segundos lo hago, antes que descubras que te quiero.
Te quiero. Lo sé por lo feliz que soy contigo, especialmente
cuando nuestras risas se funden en una sola – esos momentos en los que no sé si
reímos por la misma cosa o simplemente yo lo hago para ocultar los nerviosa y
feliz que estoy cuando tu ríes – y sé que estás disfrutando de mi compañía.
Comienzo a imaginar que quizá tú también puedas quererme.
A veces, mi corazón enloquece y comienza a gritar lo mucho
que te quiero. Salta y grita tan fuerte que temo que lo hayas escuchado alguna
vez. Cuando estamos solos, cuando bailamos juntos, cuando me dices cosas que me
hacen pensar que me ves como alguien especial en tu vida; cuando eso pasa,
simplemente no puedo controlarlo, aunque lo intente con todas mis fuerzas. He llegado
a pensar que, algún día, si no logro apaciguarlo, mi corazón va a salirse por
mi garganta para decirte el mismo “Ella
te quiere”
Tanto te quiero que a menudo pienso en ti, en tus ojos, en
tus labios, en tus manos, en tu manera de ser, y sin darme cuenta termino soñando
con tus besos. Los he soñado tanto que, sin probarlos, he memorizado su sabor y
textura; tanto que podría enumerarte tus puntos más débiles sin haberlos
explorado más que en un sueño.
Te amo, o al menos eso creo. Siento por ti algo que nunca he
sentido por nadie; algo que simplemente no sé cómo describir en palabras,
porque “te quiero” no es suficiente, es más complejo que un “te amo” y tengo
miedo de decir que se trata de un plan del destino, pero, a veces, así lo pienso.
Te quiero. Quiero decirte que te quiero. Quiero escuchar de
tus dulces labios que tú también me quieres. Más que nada, quiero tener y
no tengo el valor para decirte de frente “Te quiero”